
23 Mar El confesionario de una adicta emocional. LA HISTORIA DE SOFÍA
Conocí a Sofía en clase de yoga. Suelo ir muy pronto los viernes por la mañana. Poco a poco, entre un asana y otro, fuimos tejiendo una bonita amistad. Os cuento su historia de como llegó a ser adicta emocional. Sofi es una mujer adorable que habla muy bajito, como si te susurrara. Es complaciente, introvertida, tranquila y pacífica, de estas personas que, por su fragilidad y dulzura, te entran ganas de proteger en cuanto la conoces.
Al salir de clase, solemos ir juntas a desayunar a un café japonés, mientras nos ponemos al día de nuestras respectivas vidas delante de un delicioso té matcha.
Una mañana me llamó hecha polvo y me dijo que no podía ir a yoga porque estaba destrozada. Quedamos y me dijo, sin anestesia: «He pillado a Dylan con otra en la cama», y rompió a llorar desconsolada.
Llevaban cinco años como pareja, vivían juntos y tenían planes de boda. El día anterior le habían adelantado a Sofi un vuelo de trabajo y regresó a Madrid antes de lo previsto. No le dijo nada a su pareja porque quería darle una sorpresa. Pero la sorpresa se la llevó ella. Llegó a casa y se encontró a Dylan en la cama con su compañera de tenis. Fue tal el shock que no supo cómo reaccionar. Salió llorando y se fue a casa de su madre.
Mientras me lo contaba, averigüé más sobre la relación de desigualdad que existía entre ambos. Sofi me confesó que a menudo era sumisa y complaciente, y que no sabía poner límites a sus parejas.
Por ejemplo, muchos fines de semana Dylan llegaba borracho pasadas las seis de la mañana. Sofi le esperaba toda la noche despierta, pero cuando él llegaba no le preguntaba nada. En alguna ocasión, si habían quedado para ir a cenar a un restaurante, ella lo esperaba en casa, arreglada y maquillada, pero poco antes él la llamaba y le decía que no podía ir porque debía seguir trabajando, ¡un viernes a las once de la noche! Sofi se desmaquillaba sin recriminarle su actitud y se metía en la cama llorando en silencio.
¡MADRE DEL AMOR HERMOSO, CUÁNTA INGENUIDAD! ¡No me digas que el tema no huele a chamusquina, no hay quien se lo trague! Dylan era cada vez más tirano con ella, y Sofi, más geisha
sumisa, pues quería evitar el conflicto a cualquier precio. Tenía tanto miedo de que la abandonase —como hizo su padre con su madre y con ella—, que se callaba y permitía que Dylan la tratase como quisiera.
A raíz de este suceso me pidió iniciar terapia psicológica, y hace ya dos meses empezó en la clínica con una psicóloga de mi equipo. Pronto salió a la luz el patrón de conducta de geisha sumisa que Sofi había heredado de su madre. No había sido un buen ejemplo para su hija, ya que permitió las infidelidades reincidentes de su marido durante años.
En la actualidad, Sofi está trabajando en su autoestima y adicción emocional, además de en el proceso de
desenganche de Dylan. Aunque es difícil, no ha recaído. Cada día es más consciente de todo lo que no debería haber permitido. Está aprendiendo a decir lo que piensa y a poner límites a los demás. Esta parte es clave en el tratamiento de desintoxicación de una geisha sumisa: saber decir NO y no sentirse culpable
por ello.
Por suerte, ahora tiene claro que puede cambiar, quiere salir de su adicción emocional de una vez por todas y sigue trabajando en ello.
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